ESTUDIAR
“CHEF”
Los inicios de clases son
divertidos. Como todo lo que comienza,
el ambiente se llena de expectativas, donde en ese momento, todo es
posible. Dentro del natural caos del primer día, estudiantes
perdidos y listas que no aparecen, es
posible percibir la emoción de lo que
está por suceder. El primer día siempre
es especial, no hay todavía compromiso y todo el mundo es bueno: el profesor,
los estudiantes, la materia. Es el día
de las presentaciones, mi parte favorita de todas las clases, pues siempre se
escuchan solo cosas buenas. ¿Por qué quieren estudiar esta carrera?,
suelo preguntarle a mis ansiosos estudiantes; “porque amo la comida”...”me
apasiona cocinar”...”quiero ser un chef famoso”...”me encanta cocinar”...”quiero
aprender comida gourmet”... y muchas respuestas más, todas enfocadas en
la “pasión” y el “amor” por la comida. ¡Qué bueno!, dirán algunos con entusiasmo,
¡ojalá sea verdad! Generalmente pienso con mucha angustia. Desde que los cocineros se volvieron mediáticos,
ser “chef” se ha convertido en una
opción cada vez más común para muchos
estudiantes cuando consideran su futuro profesional, y es que todo lo referente
a la gastronomía está viviendo un momento verdaderamente estelar, con un protagonismo
que hace tan solo algunos años era simplemente impensable. Los estudiantes generalmente llegan a las
escuelas de cocina, que en los últimos años han proliferado de una manera
asombrosa, (de esto hablaré más adelante) para ser chef. Y ¿qué es un chef? Les pregunto entonces y
es ahí, en ese momento donde uno se da cuenta de lo que se puede esperar de la
clase. Aclaro que me encanta el
entusiasmo de los estudiantes sobre su futuro y me emociona ser parte del
proceso, pero cuando las respuestas que se escuchan, se suceden unas a otras
expresando casi la misma creencia es donde la alarma se enciende. ¿Qué
pensarían si yo les digo que las escuelas de cocina NO FORMAN CHEF? Sorprende,
¿verdad? Y no lo hacen, porque simplemente, ¡no pueden! Y he aquí la
verdadera revelación: Un chef es el resultado de un largo proceso, donde por
supuesto, debe existir la formación académica, pero además implica un largo
(¡muy largo!) período de entrenamiento que incluye, entre otras cosas, el
desarrollo de habilidades técnicas, cultura general, idiomas, administración,
conocimiento de costos, recursos humanos,
muchas, muchas horas de práctica y una disciplina desarrollada a toda
prueba. En palabras sencillas, es un título que se gana a través de la
experiencia. ¿La escuela es importante? ¡Claro que sí! Y aunque es cierto que muchos de los chef más
famosos en la actualidad (que hay muy buenos) jamás pisaron una escuela de
cocina, también es cierto que muchos otros son producto de la suerte y las circunstancias (si no me creen, vean en televisión local a los "expertos y expertas" payaseando y diciendo barbaridades en un irrespeto total por nuestro sagrado oficio). No hay glamour en el día a día de las
personas que trabajan en las cocinas, se trata de trabajo duro y serio y es a
esto a lo que se van a enfrentar la mayoría de los que comienzan sus carreras
en este momento.
Por eso, cuando estén
buscando una escuela de cocina, analicen muy bien la oferta que les hacen y
simplemente HUYAN de las que les ofrecen graduarlos de chef, porque no
pueden. Una escuela seria les ofrecerá formación integral y les dará las
herramientas para que en un futuro, con mucha paciencia, puedan hacer realidad
ese amor y esa pasión que hoy dicen sentir por la comida.
A los que esto les ha
generado dudas, piénsenlo bien, todavía están a tiempo de evitar perder los
mejores años de su vida y mucho
dinero. A los que se atrevan, mucha
suerte, aprovechen el tiempo y fórmense aprendiendo todo lo que puedan. Les aseguro que no se van a arrepentir.
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