sábado, 8 de agosto de 2009

EN EL MAR LA VIDA ES MÁS SABROSA...

EN EL MAR LA VIDA ES MÁS SABROSA...

Para decir mentiras y comer pescado, hay que tener cuidado...
decía sabiamente mí abuelita María, y como siempre, no le faltaba razón. Mis años de niñez lejos del mar no me hicieron precisamente un aficionado a los frutos que éste ofrece, pero a lo largo de mi vida y especialmente cuando me dediqué a la cocina, pude descubrir y disfrutar esta maravilla gastronómica que además de ser muy sabrosa y fácil de cocinar, posee valores nutricionales capaces de impresionar al más pintado. Y no es para menos, ¿Qué otro alimento en el mundo además de ser excelente fuente de proteínas, es bajo en calorías, rico en vitaminas B, B1, B2, B3, B12, A y D; minerales como fósforo, potasio, sodio, calcio, magnesio, hierro y yodo; carbohidratos que no superan el 1 % y grasas buenas como Omega 3 y colesterol del tipo HDL, que ayudan a mantener las arterias libres de grasa? Por cierto, Cuando se habla de un colesterol malo y uno bueno, en realidad no se está aludiendo a colesteroles distintos, sino a una misma molécula que es esencial para la vida. La diferencia está en el tipo de lipoproteínas que los transporta a través de la circulación. El que es transportado por las partículas de lipoproteínas de baja densidad (LDL) es dañino para el organismo, y se suele denominar colesterol malo. Por el contrario, el colesterol transportado por las partículas de lipoproteínas de alta densidad (HDL) disminuye el riesgo de enfermedades, y se le llama colesterol bueno. El pescado posee todas estas cualidades y además es delicioso y versátil a la hora de cocinarlo. Por lo general requiere muy poca cocción y se adapta maravillosamente a miles de preparaciones presentes en gastronomías de todo el mundo. Variedades hay miles y por lo tanto abundan las clasificaciones, pero para efectos de este artículo, me refiero a especies de mar y existe una clasificación muy sencilla para ayudarnos a reconocerlos: los Blancos, que viven en aguas poco profundas, de carne blancuzca y suculenta son muy bajos en calorías, pues aportan apenas de 70 a 90 por cada 100 gramos. Entre ellos están el pargo, el mero y la corvina, tan popular y abundante en nuestro país; y los Azules que viven en aguas frías y profundas como el atún y el salmón (que por cierto tiene una historia muy interesante de la que más adelante les hablaré) que son ricos en las grasas “buenas” (120-200 calorías por cada 100 gramos) de las que les hablé anteriormente. Con toda esta información, comer pescado resulta conveniente, saludable y créanme que muy pero muy sabroso. Se que tres recetas puede parecer muy poco ante tanta maravilla, pero seguramente les estaré ofreciendo muchas más de este manjar que nos ofrece generosamente la Madre Naturaleza. Así que ¡a comer pescado se ha dicho!

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